Llegado el ómnibus recogí mi equipaje y supuse que podría salir de la terminal y caminar hacia el metro. ¿Sabes que despelote fue buscar la estación del metro y no encontrar nada?. Fue obvio que no quise cruzar la avenida. Supuse que si cruzaba no volvería jamás, y mira que yo me siento un hombre urbano. Ni cómo sacar la cámara ves. Al final hice uso de mi portugués 101 lección 1 y termine dentro de un micro haciendo un transfer a la estación del metro. ¡Tranquilos aquí! Que no fue nada del otro mundo confiarle mi vida al microbusero que manejaba como un retardado mental. Recordáis que soy Messicuarro así que no quede impresionado de los modos del conductor. El amo y señor del Microbusero International Championships era el microbusero chilango. ¡A güevo! La micro podría voltearse y yo no dejaría de observar las calles de Rio con todos sus Cariocas. Me sentí como si estuviera en el después del futuro. El anticristo tenía años de haber pasado por Rio, dejando una manta de grafiti en todos los muros donde transmitía su mensaje. Acá el tiempo había cesado de existir. Acá (otra cacafonia mia disculpen) la decadencia de la humanidad había alcanzado su plenitud. Me conforto la idea de que a pesar de eran tiempos post-apocalípticos, los Cariocas eran feliz aunque reinaran los servicios sociales que el gobierno de Lula estableció para ayudarlos. Quise ser Carioca y saber cómo vivir en la época post-apocalíptica. Me parecía genial no tener más esperanza y mejor todavía olvidarme de todas las mentiras aprendidas. Preocuparme por la horrenda necesidad de sobrevivir. Aquí podía presenciar como seria después del fin de la chingada. Quedarían solo estas calles con sus Cariocas quien serán amos y señores de todo.
relato de un viaje de reencuentro con el viaje mismo. En donde el cielo vive en las playas y donde uno no deja de sentir exuberancia y extremidad.
Saturday, November 27, 2010
Rio de Janeiro post-apocaliptico
El viaje en ómnibus de Sao Paolo a Rio llevo más de seis horas, un viaje casi idéntico a los que hacía en messicuarro cuando de niño. Un paisaje verdoso La que me llevo a imaginar el camión andando sobre la bandera brasileña. Claro que como toda ciudad latinoamericana las llegadas por la puerta trasera reflejan todo lo contrario. Mas tratándose de la entrada al estado de Rio de Janeiro cuyas carencias me llevaron a recordar el lugar donde nací. Que quede claro que no me sorprendió la pobreza y miseria que broto a los lados. De niño algún día llegue a estar seguro que mi familia era rica, anécdota predilecta de mi madre por cierto, pero cuando tuve el mismo par de zapatos por un año entero entendí que no podíamos serlo. La miseria de Rio de Janeiro me pareció algo distinta a la del Estado de Messicuarro o de Tangers, Marruecos. Basura, grafiti, y el ir y venir del carioca que por mas que fueran eran uno solo. Pareciera que todo era un estado común, irreparable, marcado por la infinitud. No existían variantes. En términos Kantistas, la pobreza y miseria de Rio era una unidad absoluta. Tan absoluta como la del trabajo y la muerte. Nadie se salvaba.
Llegado el ómnibus recogí mi equipaje y supuse que podría salir de la terminal y caminar hacia el metro. ¿Sabes que despelote fue buscar la estación del metro y no encontrar nada?. Fue obvio que no quise cruzar la avenida. Supuse que si cruzaba no volvería jamás, y mira que yo me siento un hombre urbano. Ni cómo sacar la cámara ves. Al final hice uso de mi portugués 101 lección 1 y termine dentro de un micro haciendo un transfer a la estación del metro. ¡Tranquilos aquí! Que no fue nada del otro mundo confiarle mi vida al microbusero que manejaba como un retardado mental. Recordáis que soy Messicuarro así que no quede impresionado de los modos del conductor. El amo y señor del Microbusero International Championships era el microbusero chilango. ¡A güevo! La micro podría voltearse y yo no dejaría de observar las calles de Rio con todos sus Cariocas. Me sentí como si estuviera en el después del futuro. El anticristo tenía años de haber pasado por Rio, dejando una manta de grafiti en todos los muros donde transmitía su mensaje. Acá el tiempo había cesado de existir. Acá (otra cacafonia mia disculpen) la decadencia de la humanidad había alcanzado su plenitud. Me conforto la idea de que a pesar de eran tiempos post-apocalípticos, los Cariocas eran feliz aunque reinaran los servicios sociales que el gobierno de Lula estableció para ayudarlos. Quise ser Carioca y saber cómo vivir en la época post-apocalíptica. Me parecía genial no tener más esperanza y mejor todavía olvidarme de todas las mentiras aprendidas. Preocuparme por la horrenda necesidad de sobrevivir. Aquí podía presenciar como seria después del fin de la chingada. Quedarían solo estas calles con sus Cariocas quien serán amos y señores de todo.
Llegado el ómnibus recogí mi equipaje y supuse que podría salir de la terminal y caminar hacia el metro. ¿Sabes que despelote fue buscar la estación del metro y no encontrar nada?. Fue obvio que no quise cruzar la avenida. Supuse que si cruzaba no volvería jamás, y mira que yo me siento un hombre urbano. Ni cómo sacar la cámara ves. Al final hice uso de mi portugués 101 lección 1 y termine dentro de un micro haciendo un transfer a la estación del metro. ¡Tranquilos aquí! Que no fue nada del otro mundo confiarle mi vida al microbusero que manejaba como un retardado mental. Recordáis que soy Messicuarro así que no quede impresionado de los modos del conductor. El amo y señor del Microbusero International Championships era el microbusero chilango. ¡A güevo! La micro podría voltearse y yo no dejaría de observar las calles de Rio con todos sus Cariocas. Me sentí como si estuviera en el después del futuro. El anticristo tenía años de haber pasado por Rio, dejando una manta de grafiti en todos los muros donde transmitía su mensaje. Acá el tiempo había cesado de existir. Acá (otra cacafonia mia disculpen) la decadencia de la humanidad había alcanzado su plenitud. Me conforto la idea de que a pesar de eran tiempos post-apocalípticos, los Cariocas eran feliz aunque reinaran los servicios sociales que el gobierno de Lula estableció para ayudarlos. Quise ser Carioca y saber cómo vivir en la época post-apocalíptica. Me parecía genial no tener más esperanza y mejor todavía olvidarme de todas las mentiras aprendidas. Preocuparme por la horrenda necesidad de sobrevivir. Aquí podía presenciar como seria después del fin de la chingada. Quedarían solo estas calles con sus Cariocas quien serán amos y señores de todo.
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é isso mesmo!se han mandado todo a la misma chingada...
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